Ahora parece que la historia se ha detenido, es probable que para darnos un respiro y la ocasión de lamernos las heridas. Hace unos años, henchidos de orgullo, ebrios de nosotros mismos, parecía también que la historia se había detenido. Quizá la pausa de ahora se superpone a la de antes. Quizá cualquier tiempo ha dado la impresión de estar suspendido en el vacío del no sucederse. Hoy, el peso de la historia es liviano y sólo, si acaso, el futuro, cargado de admoniciones y de arrepentimientos de un presente inicuo, ocupa a ratos el pensamiento con al molde de lo irremediable. Todavía es posible afirmar que vivimos un tiempo sin historia.
Tiempo Sin Memoria
lunes, 2 de febrero de 2009
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